It's too cold outside for angels to fly [Alexandre]

En el hospital había llegado un hombre de urgencia, que había tenido un accidente de tráfico, pero no había sido grave, simplemente se había roto el labio y tenía un corte en su brazo. Al parecer el cristal delantero se le estalló delante. Le cosí ambas cosas de la forma más estética posible para que quedase la menos marca posible. Cuando acabé miré la hora y vi que ya había acabado mi turno. Me dirigí a cambiarme para dar una vuelta por los alrededores.

Tras cambiarme rápidamente salí del hospital y lo primero que hice fue encenderme un cigarro, mucha gente me decía que siendo médico no sabían como podía fumar y sinceramente, si era malo, pero mejor tener ese vicio que otros. Según iba caminando por la calle me acerqué a un parque. Comencé a rodearlo mientras daba varias caladas a mi cigarro y vi que en uno de los columpios se encontraba Dallas. Me acerqué a ella de frente y no parecía estar muy bien y dije: Sabía que no te agrado demasiado, pero ¿para ponerte así?- comenté bromeando para ver su sonrisa que tanto me gustaba: ¿Estás bien?- pregunté más en serio

Estaba tan sumida en su propia problemática que incluso los eternos sonidos nocturnos se habían convertido en simples y distantes murmullos. El ruído provocado por los coches al pasar a todo velocidad era directamente proporcional al hecho de que su mente no podía dejar de pensar. ¿Se habría sobrepasado con su padre?. No, sin duda alguna se lo merecía por haber intentado obligarla a hacer algo que no deseaba.

Un suspiró quedó ahogado a causa del sobresalto que le propició una sonora y grave voz masculina. Dallas palideció de golpe. Su columpio se paró en seco, y sus ojos del color del cielo buscaron el rostro de ese timbre. Alguien conocido, sin duda. -Me has dado un susto de muerte, Alex- dijo llevándose una mano al pecho para cubrir un corazón que parecía querer salir disparado. Una sonrisa se formó enseguida sobre la comisura de sus labios y tras asentir a la siguiente pregunta con una burda mentira, se levantó para abrazarlo. -Abrázame que tengo frío y no quiero volver a casa.- susurró sin pudor alguno y cerrando los ojos.

Vi que se asustó un poco por mi aparición y no pude más que sonreír ya que parecía que había visto a un fantasma. Escuché lo primero que me dijo y le comenté: Lo siento, no era mi intención- comenté mientras la veía levantarse y acercarse a mí. Me dijo que la abrazara y automáticamente lo hice, ya que no parecía estar muy bien. También dijo que no quería ir a casa y dije: Bueno, tranquila tu sabes que siempre eres bienvenida en mi casa- comenté mientras le daba un beso en la cabeza ya que al estar abrazándola me era imposible mirarla.

¿Me quieres contar que te ha pasado? me estoy asustando un poco- comenté mientras me quitaba la chaqueta y se la ponía sobre los hombros ya que antes dijo que tenía frío, así entraría antes en calor. A su lado me costaba no estar pendiente de ella, ya que nunca había conseguido olvidarla.

-Eres un amor...- susurró sonriendo de lado por el comentario de su casa mientras sentía como la calidez de Alexandre la aceptaba sin rencores una vez más. Los recuerdos de un pasado no tan lejano volvieron a su mente haciéndola estremecer. Hacía tanto tiempo que no lo veía que incluso creía haber olvidado su aroma. Lo estrechó un poco contra su cuerpo escondiendo el rostro entre su pecho. Se encontraba tan a gusto con él que incluso había pasado desapercibido el hecho de que le había puesto la chaqueta encima.

Suspiró mordiéndose el labio inferior. No era tan fácil explicarlo todo sin embargo esta vez no iba a mentirle. Apoyó su barbilla blanquecina sobre su pecho para mirarlo directamente a los ojos. -Mi padre- dijo soltando otro suspiro. -Hace un par de meses me amenazaron de muerte,- un escolofrío la recorrió. -desde entonces está obsesionado con que haya un guardaespaldas detrás de mí siempre y estoy harta.- añadió sin saber cómo reaccionaría.