Siento las pintas. {Waleska}

Asentí un par de veces más aunque sin saber demasiado a qué. El abuelo llevaba más de media hora explicándome lo que tenía que hacer para memorizar con mayor velocidad y efectividad el numero de las mesas del restaurante. Esa noche me volvía a tocar ayudarle. Por lo visto Dianita se había adjudicado las noches libres para ella sola sin pararse a pensar en que a mí también me apetecía disfrutar de las noches en la playa. La diferencia de hoy y el resto de noches era que me tocaba lo que más odiaba en el mundo... El turno de camarero. Por eso mismo no estaba prestando atención ninguna. Tenía la esperanza de que si lo hacía mal el abuelo no me volvería a obligar a cubrir ese turno... Aunque tampoco me veía capaz a arruinarle la noche de trabajo. - ¿Me estás escuchando Justin? - Alcé la mirada, sonreí y sentí una vez más. - Por supuesto abuelo. ¿Puedo irme ya? - Tras recibir su permiso, me levanté de la mesa en la que estaba sentado y desaparecía de allí. Llevaba dos noches ahí encerrado hasta las tantas y no iba a pasar el resto de la tarde entre esas paredes.

Caminaba a paso ligero entre las calles del pueblo, lo que más me apetecía en ese momento era ponerme a correr un poco ya que desde que había llegado al pueblo había descuidado mis ejercicios de sobremanera. No podía dejar de mantenerme en forma ya que en cuanto volviese a casa debía estar atento a cualquier alarma en el parque de bomberos. Giré a la derecha un par de manzanas más adelante. Ese era el camino más rápido para llegar a casa de la abuela donde podría cambiarme de ropa y coger los auriculares.

Saludé cuando entré a la casa. No me apetecía pararme a pelear con mi hermana o escuchar a la abuela así que mis pasos se dirigieron directamente al piso de arriba donde tenía todas mis cosas. Tardé menos de un par de minutos en cambiarme de ropa y encontrar los auriculares. Escogí unos pantalones de baloncesto oscuros con una leve raya roja a un lado, una camiseta cualquiera del armario y las nike que tanto había deseado cuando me las compré las cuales solo uso cuando salgo a correr. Bajé las escaleras al veloz ritmo de David Guetta y Usher. Me gustaba escuchar ese tipo de música cuando practicaba deporte porque me transmitia una vitalidad que ningún otro tipo de música hacía. Era más que genial.

En un segundo estaba en la calle sintiendo como el aire me rozaba la cara. Corrí durante un par de horas sobre las tablas de madera del puerto, el cual recorrí de arriba abajo un par de veces antes de decidir bajar un poco el ritmo. Eran las seis de la tarde y en un par de horas tendría que estar en el restaurante listo para trabajar. Suspiré. La simple idea me bajaba el ánimo.

Después de horas de estar tirada en su cama observando el techo , la rubia se obligo a levantarse por que su móvil sonaba en la cocina, así que casi con un trote se acerco allí para contestar.
De nuevo era su madre hablándole de sus problemas con Amberleigh, la mas pequeña de la familia, que por su rebeldía se metía de un problema en otro. Waleska ya había hablado con su hermana y había agotado todas la instancias pero precia que nada daba resultado. Desde que el padre de Waleska había fallecido la familia había ingresado en una especie de descontrol en el que todos habian hecho de su vida lo que quisieran sin importar las consecuencia, produciendo así cierto desgaste en la relación familia. La rubia podía oír al otro lado lado del teléfono como la voz de su madre se quebraba al hablar de la pequeña Amb, terminando así en un llanto desconsolado. Waleska simplemente la consoló ya que mucho mas no podía hacer y finalmente, después de una hora termino aquella conversación que había parecido ser eterna. La rubia se toco la frente y luego se sentó en el sillón hasta que fue interrumpida por Hunter, que la miraba junto al sillón. -¿Quieres salir verdad?- preguntó al perro la muchacha mientras se colocaba sus zapatilla para luego buscar la correa de su único compañero en este momento. Le coloco el collar y luego de guardar sus llaves salio por la puerta.

La muchacha comenzó a caminar a paso ligero mientras observaba el lugar y Hunter la seguía trotando. El veterinario le había recomendado que lo sacara a caminar de vez en cuando ya que no seria bueno que engordara demasiado. Ademas esto le servia como una excusa como para liberarse del móvil y a la vez hacer un poco de ejercicio. La rubia camino un par de cuadras y a lo lejos pudo divisar el puerto, era un lugar que no solía concurrir pero de vez en cuando se daba una vuelta por allí.
La mucha caminó un poco mas despacio sin quitar la mirada del mar, mientras que Hunter corría alrededor de ella, sin quedarse quieto ni por un segundo. De repente la rubia pudo divisar a lo lejos una silueta familiar y acelero el paso intentando acercarse mas. Era nada mas y nada menos que Justin. Aquel moreno que con un par de charlas se había ganado la confianza de la rubia y que hacia que su corazón fuera un poco mas rápido de lo normal. La muchacha con una sonrisa se acerco lo suficiente al muchacho para lanzarse sobre el, intentando darle un susto.

Aunque no demasiado rápido, mi ritmo era constante. La resistencia no era un problema para alguien como yo ya que estaba acostumbrado a pasar muchas horas practicando toda clase de deportes pero el húmedo bochorno del pueblecito costero me dificultaba más de lo que hubiese imaginado al llegar. Aún así continué corriendo. Algunas de las tablas de madera rechinaban bajo mis pasos y de no ser por la leve inclinación de estas al ser pisadas por mí no me hubiese dado cuenta. Cambié un par de veces de canción. Algunas de las que sonaban eran bastantes lentas algo que no me ayudaba a animarme, el resto eran de Dianna. No me había parado a borrar sus canciones cuando sincronicé mi ipod y ahora estaba sufriendo las consecuencias. Apagué el aparato cuando me cansé de buscar una canción de las mías. Mi hermana y yo teníamos muchas cosas en común pero el gusto por la música no era una de ellas. Mientras que ella adoraba grupos como Mcfly o All Time Low yo prefería la música de cantantes negros.

Comencé a notar como mi garganta se secaba y pedía humedecerse cuanto antes. Paré un par de minutos después, me incliné hacia delante apoyando mis manos en ambos lados de la cintura y respire profundamente. Cerré los ojos al tiempo con ánimo de coger aire. Necesitaba algo para beber, pero a mi alrededor el único sitio que parecía tener algo que me sirviese para hidratarme era el mar y no era lo que necesitaba. Volví a incorporar el cuerpo. Mi vista se centró en el cielo, no lo recordaba tan azul, ni tan vacío de nubes, ni tan brillante. Era muy diferente el cielo de los pueblos al de las ciudades y la diferencia se apreciaba más cuando caía la oscuridad. Un manto completamente lleno de estrellas cubría el cielo durante toda la noche iluminando con todo su esplendor las calles de Devon.

De repente, algo se abalanzó sobre mi espalda y tras eso algo peludo sobre mis piernas. Estaba cansado pero conseguí mantener el equilibro a pesar del peso que me caía sobre el cuerpo. La cosa que me estaba mordiendo juguetonamente la pierna no era nada más y nada menos que un perro y la persona que se había tirado a mi espaldas era una mujer. Pude saber que era rubia gracias a los mechones que caían sobre mi pecho desde la espalda. Sonreí al reconocer las risas. Estiré mis manos y la cogí a caballito, estiré la cabeza hacia atrás levemente y pude ver el rostro de mi asaltante. - ¿Quien ha cazado a quién Waleska?